El pie está formado por una serie de pequeños huesos que conforman una bóveda plantar, que está dispuesta de tal manera que permita el reparto de las cargas hacia la base del primer dedo, la base del 5º dedo y el talón. Entre la base del primer dedo y el talón, se encuentra el arco longitudinal del pie.

En determinadas ocasiones, ese arco se derrumba desajustando las líneas de carga y el equilibrio muscular de las piernas y dando lugar a un pie plano.

El pie plano se puede dividir en 2 tipos:

  • Pie plano flexible: que es el más frecuente y el más benigno.
  • Pie plano rígido: más complejo y con peor pronóstico. Suele ir de la mano de alteraciones óseas o neurológicas.

Para intentar distinguir ante cuál de los 2 casos nos encontramos, podemos utilizar un sencillo test : si tiramos del dedo gordo hacia arriba y ante esa maniobra aparece el arco de pie, nos encontraremos ante un pie plano flexible.

Como hemos dicho, el pie plano flexible es mucho más frecuente y como su problemática es puramente muscular, es más sencillo de tratar.

El cuerpo es un conjunto de elementos rígidos, unidos por elementos flexibles, lo que hace que podamos adaptarnos a movimientos, cargas, etc. Así las tensiones entre esos elementos van a determinar que estemos ante un arco del pie derrumbado o no. En un primer momento se tratará sólo de un desajuste muscular donde podemos encontrarnos ante una debilidad del Tibial posterior o un exceso de tono de los contrarios como el tibial anterior, los peroneos o el gemelo externo. Con el paso del tiempo, ese desequilibrio muscular va dando paso a una distensión de los ligamentos o a una alteración ósea.

El hecho de que la primera causa sea muscular, va a hacer que podamos trabajarlo y reconducirlo a través del ejercicio.

Por lo general el pie plano no va nunca solo sino que suele ir acompañado de otras alteraciones como un valgo de rodilla y de tobillos, una rotación interna de fémur, una anteversión de la pelvis, una hiperlordosis lumbar, etc. Esto tiene sus implicaciones a la hora de las adaptaciones de otros músculos, que partirán de una posición de desventaja a la hora de realizar su función.

Los músculos que mantienen el arco plantar arriba, son los que debemos trabajar para corregir su derrumbamiento. Deberemos:

  • Fortalecer el Tibial posterior, músculo clave en el sostén del arco longitudinal interior. Podemos trabajarlo en cadena cinética abierta (como la elevación de talones) o en cadena cinética cerrada (manteniendo el pie apoyado y actuando sobre la rodilla contra resistencia).
  • Flexores de los dedos (sobre todo el del primer dedo).

También es muy útil la estimulación de toda la fascia plantar mediante automasajes y el trabajo propioceptivo en apoyo monopodal.

Para completar este trabajo, será necesario realizar estiramiento de los músculos que hacen la función contraria : gemelo externo, peroneos y tibial anterior.

La utilización de plantillas correctoras será insuficiente si no aplicamos el trabajo fisioterapéutico y la realización de los ejercicios necesarios.

¡OJO! : es muy importante detectar este problema en los niños, puesto que si se trata a tiempo, es mucho más fácil de corregir.

En nuestro Centro, abordamos este tipo de patologías incluyendo dentro de su tratamiento: terapia manual y ejercicio terapéutico personalizado.

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