Existen diversas opiniones sobre qué es lo que podemos definir como fascia. Se sugiere el empleo de la expresión sistema fascial. Este sistema reúne diversos tipos de células con diferentes actividades y se relaciona con otros sistemas corporales a través de una ininterrumpida e inervada estructura de estabilidad funcional conformada por la tridimensional matriz de colágeno. Así, el sistema fascial representa una compleja arquitectura de comunicación, con una amplia información mecano-receptiva, no solamente a través de su distribución topográfica, sino principalmente por los patrones de interrelación con otras estructuras del cuerpo, en especial los músculos.
La fascia tiene la propiedad de remodelarse de forma continua (plasticidad fascial), de alinearse y acomodarse a las solicitudes tensionales intrínsecas y extrínsecas del cuerpo. Las alteraciones tensionales, creadas fuera de los patrones fisiológicos del movimiento, pueden reorientar la dinámica corporal, estableciéndose cambios retráctiles de la matriz, que afectan la libertad del movimiento. La continuidad del sistema fascial es fundamental, lo que permite que actúe como un todo sinérgico, absorbiendo y repartiendo un estímulo local a los restantes elementos del conjunto, a diferentes escalas de su construcción. Por tanto, dispone de una gran capacidad de adaptación, de acuerdo a los requerimientos que provienen del exterior y del interior.
Además de su función estructural, la fascia asume y distribuye los estímulos que el cuerpo recibe : su red de receptores registra impulsos térmicos, químicos, de presión, vibración y movimiento; los envía al sistema nervioso central por vía interoceptiva y de esta manera, se crea un potencial de información unido por el sistema con un fin específico.
Según elmodelo de contracción muscular basado en el deslizamiento de filamentos de actina y miosina, las miofibrillas organizadas en serie, son motores independientes que consiguen aproximar los extremos miotendinosos o mioaponeuróticos, desencadenando así el movimiento. Sin embargo, el descubrimiento del sarcómero, ha dado forma a un nuevo modelo de miofibrillas “incrustadas” dentro de una matriz extracelular que participa, desde su propia dinámica, en el fenómeno contráctil. El acortamiento de la miofibrilla ejerce fuerzas “multidireccionales” dentro de una red fascial organizadas bajo los principios de la tensegridad. La mayoría de estas fuerzas son destinadas a la unión miotendinosa, sin embargo, aproximadamente el 30%, utilizan vías de transmisión paralelas a las tendinosas.
La fascia es considerada como una estructura neurosensitiva que forma una compleja red funcional de interconexión e integración de la dinámica corporal. Durante la contracción muscular, las expansiones fasciales podrían transmitir el impulso contráctil a las áreas específicas del sistema fascial, estimulando los propioceptores en esa zona. La presencia de los mecanoreceptores sugiere una activa participación de la fascia en propiocepción, trasmisión de la fuerza y control motor. El papel propioceptivo de la red fascial significa que puede actualizar el sistema nervioso central, en cuanto a la tensión mecánica, para operar sobre las unidades motoras en el momento, el ritmo y nivel de la fuerza adecuada.
La disfunción y el dolor relacionado con los procesos patomecánicos del aparato locomotor, sugiere la presencia de importantes cambios anatómicos y neurofisiológicos que involucran también al sistema fascial. El dolor y la hipersensibilidad pueden ser causados por la activación y/o la sensibilización de los nociceptores periféricos por sustancias endógenas. La presencia de las terminaciones nerviosas libres (sensitivas) dentro de la matriz de colágeno del tejido conectivo revela la posibilidad de que el tejido fascial sea un importante elemento de la respuesta dolorosa. Recientemente ha habido investigaciones que descubrieron que la mayoría de las fibras nerviosas se encuentran en la fascia superficia. Paralelamente, en la fascia superficial se han encontrado fibras nerviosas que acompañan vasos sanguíneos. La ubicación de la mayoría de las fibras alrededor de los vasos sanguíneos sugiere que, al menos parte de ellas, son fibras vasomotoras que al activarse, pudieran causar dolor de tipo isquémico.
Definición de la Disfunción Miofascial
La disfunción del sistema miofascial se define como la alteración de la onda de movimientos especializados y la consecuente inadecuada transmisión de la información a través de la matriz extracelular (Pilat, 2003). Los patrones disfuncionales del movimiento podrían facilitar variaciones en la respuesta la conversión del impulso mecánico en la respuesta química, con el consecuente inicio de los mecanismos moleculares desencadenantes de la enfermedad.
La aplicación de la Inducción Miofsacial, está especialmente recomendada en pacientes con disfunciones ortopédicas, neuro-ortopédicas, post-traumáticas y degenerativas relacionadas con el sistema miofascial.
Las recomendaciones generales:
- disfunciones del sistema nervioso (central y periférico)
- trastornos del suelo pélvico
- disfunciones de los sistemas circulatorios
- disfunción de la ATM
- Lesiones deportivas
- trastornos respiratorios
Objetivos específicos:
- movilizar las restricciones fasciales superficiales
- cambiar la “actitud estacionaria” de las estructuras colágenas
- facilitar la recuperación de las propiedades de deslizamiento de la matriz extracelular
- estimular la orientación fisiológica en la mecánica de fibroblastos
- evitar la formación de adherencias de tejido
- adquirir una circulación más eficiente de los anticuerpos en la matriz
- mejorar el suministro de sangre (liberación de histamina)
- mejorar el suministro de sangre al sistema nervioso